Olimpia es una película dirigida por José Manuel Craviotto del 2018, pero, además de esta producción existen otros
recursos cinematográficos que hablan en torno al movimiento estudiantil de 1968 en México; existen alrededor de ciento cincuenta cintas fílmicas en
México referentes a este tema.[1] Pero, debido a cuestiones
prácticas y siendo la última película contemporánea en abordar el 68 producida
por la UNAM, es pertinente estudiarla bajo una perspectiva histórica y
preguntarse, ¿Por qué aun después de 52 años el 68 sigue tan presente y tan
vivo en nuestra sociedad?
Antes de entrar en materia es importante aclarar que hablar del cine del 68 es algo sumamente complicado porque, por una parte, existen los filmes realizados por los estudiantes, o personas afines al movimiento durante la época y, por otro lado, las producciones respaldadas por el estado, sobra decir que estas dos visiones son naturalmente contrarias, por no decir antagónicas; aunado a esto, también tenemos las producciones que el paso del tiempo ha visto nacer algunos años o décadas posteriores al dos de octubre de 1968, cuyo caso es el de Olimpia.
En el momento en que se pretende estudiar una película como recurso para la historia es indispensable tener en cuenta aspectos como: ¿Quién respalda la cinta?, ¿Cuál es su intencionalidad?, ¿En qué contexto fue producida?, resolviendo estas tres preguntas se irán dilucidando a lo largo de la investigación cuestiones fundamentales para su interpretación y podremos conocer en qué medida aportan algo al conocimiento histórico. Por ejemplo, en la cuestión documental del 68, no es lo mismo referirse a Olimpiada en México dirigida por Alberto Isaac en el año de 1969, que no fue una cinta neutral sino la imagen con la que un Estado se representaba como un espacio de armonía dentro de una situación caótica;[2] o referirse a El grito, llevada a cabo por Leobardo López en 1971, que fue una de las producciones que confrontaron por primera vez la versión oficial del estado y que mostraron la otra cara del 68 mexicano.[3]
Olimpia es
un largometraje que dura 120 minutos cuya narrativa no es lineal, estudiantes
de la Facultad de Arte y Diseño de la UNAM participaron en la rotoscopia, una
técnica de animación que consiste en dibujar o intervenir cada uno de los
cuadros o imágenes que conforman la película. La historia atraviesa constante
saltos en el tiempo que va permitiendo la inmersión paulatina del espectador
dentro de la película. Raquel, Rodolfo y Hernán son tres jóvenes cuyos
contextos personales difieren, pero se conocen gracias al movimiento
estudiantil de la UNAM. Cada uno de ellos busca su propia forma de colaborar
con el movimiento; Raquel por medio de sus escritos, Hernán a través de la fotografía
y Rodolfo, junto con otros alumnos del Centro Universitario de Estudios
Cinematográficos se encargan de documentar diversas marchas mediante
grabaciones fílmicas. Con la ayuda de estos tres jóvenes se presenta ante
nuestros ojos el ideal que persiguió toda una generación en contra del gobierno
autoritario de aquella época.
De acuerdo a la categorización de Tomas Valero, Olimpia encaja en el concepto de película de construcción histórica porque es una cinta cuya estructura narrativa se sujeta fuertemente al movimiento estudiantil del 68, haciendo hincapié en la ocupación de Ciudad Universitaria por el ejército mexicano y terminando con el fatídico día del dos de octubre.
Además
de lo anterior descrito, la película retoma la experiencia de Alcira Soust
Scaffo, una mujer de Uruguay quien se escondió en un baño del octavo piso de la
Torre de Humanidades, a un costado de la Biblioteca Central, quedando
prisionera de las circunstancias hasta la retirada del ejército, el 30 de
septiembre; se dice que Alcira fue la responsable de que los versos de León
Felipe resonaran en los altavoces universitarios mientras el ejército irrumpía
en CU; fue hallada el 30 de septiembre por funcionarios de la universidad y a
pesar de todo ella salió por su propio pie.[4] La esencia de Alcira es
personificada por el personaje de Raquel (Nicolasa Ortíz Monasterio), quien en
medio de la intrusión del ejército en Ciudad Universitaria reproduce el
discurso, que con tanto cariño había estado preparando para el momento indicado
a sus compañeros de lucha, después de una persecución con un granadero queda
atrapada dentro de un baño de donde es rescatada el dos de octubre por su
hermana menor.
A
pesar de la referencia a este personaje, no se puede decir que la película
maneje aspectos biográficos, ya que las condiciones de ambas mujeres difieren
en varios aspectos, se trata de una resignificación a ese pasaje dentro de la
vida de Alcira; y eso es lo que comúnmente hace el cine histórico, resignifica
acontecimientos, personas o lugares y los presenta a una sociedad que ya no es
la misma a la que retrata. En cuanto a la cuestión documental, el director José
Manuel Craviotto utilizó varios fragmentos de El grito, que pueden apreciarse a lo largo de la película.
Olimpia surge de una fotografía vista por Cravioto en su
infancia. Era la de un niño muerto que encontró en el libro La noche
de Tlatelolco, de Elena Poniatowska. Algunas historias del filme están basadas en testimonios que
Craviotto recopiló por medio de sus profesores del CUEC (quienes participaron en la producción del
documental El grito, de Leobardo López)[5], su padre y otros personajes que lo ayudaron a construir
esta historia.[6]
Cada uno de los 150 filmes realizados en torno al 68 son perspectivas diversas porque la sociedad constantemente necesita distintas respuestas. El movimiento del 68 y su terrible desenlace con la matanza de Tlatelolco, representa un trauma en nuestra sociedad que aún no ha sanado, que es probable que nunca lo haga. Por eso, conforme pasa el tiempo se organizan coloquios, se publican libros, se realizan producciones cinematográficas y cada aniversario del dos de octubre miles de personas, que en su mayoría no vivieron el movimiento, salen a marchar con destino a la plaza de las tres culturas. El motivo es más complejo que el de ser una conmemoración y es que a los jóvenes no se nos dificulta el sentirnos identificados con esos estudiantes que lucharon y que nunca conoceremos, porque quisieron lo mismo que nosotros queremos ahora, estudiar y vivir sin miedo.
El cine no es una puerta al pasado, pero si abre ventanas que se convierten en preciosos balcones en donde podemos contemplar cómo nos hemos transformado como sociedad. Olimpia, es una película que busca sacudir emociones, que pone rostros y nombres a un acontecimiento histórico que acabo con la vida de muchos, cuyo nombre y rostro pudo ser el tuyo.
[1] Israel Rodríguez, “El cine del 68:
entre el festejo y la denuncia”, en Letras
libres (sitio web), 01 de octubre de 2018, consultada: 19 de agosto de
2020, https://www.letraslibres.com/mexico/revista/el-cine-del-68-entre-el-festejo-y-la-denuncia
[2] Ibid.
[3] Ibid.
[4] Ricardo Cruz García, ¿Quién fue
Alcira Soust Scaffo y por qué es una de las protagonistas de la historia de
México?, en Relatos e historias (sitio
web), consultada: 19 de agosto de 2020,
https://relatosehistorias.mx/nuestras-historias/quien-fue-alcira-soust-scaffo-y-por-que-es-una-de-las-protagonistas-de-la
[5] René Chargoy, “Olimpia, nuevo
testimonio sobre el Movimiento del 68” en Gaceta
UNAM (sitio web), 26 de septiembre de 2019, consultada: 22 de agosto de
2020 https://www.gaceta.unam.mx/olimpia-nuevotestimonio-sobre-el-movimiento-del-68/
[6] Juan Ibarra, “Olimpia explora la
vida de estudiantes y sus familias en el movimiento del 68”, en La Jornada (sitio web), 19 de septiembre
de 2019, consultada: 23 de agosto de 2020 https://www.jornada.com.mx/2019/09/19/espectaculos/a09n1esp
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